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Mi historia de como pasé un verano en Brighton y fueron unas de las mejores vacaciones de mi vida

Tras varios años pensándolo, tras varios intentos de cursos online, por fin un mes de enero comencé a estudiar inglés en mi trabajo, una hora y media dos veces a la semana. Un poco de gramática y a hablar con la profesora. El proyecto era de 60 horas en 5 meses, de las cuales di algo más de la mitad. Aprendí algo de Inglés, pero claro está que no a hablarlo.

Tuve la suerte de poder decidir ese año cuando tomar mi mes de vacaciones, una semana para mi familia y otras tres para mí, y decidí estudiar inglés de una vez por todas.

Fue mi primer viaje en solitario. Ante mi el reto de hacer un curso one-to-one en el sur de Inglaterra. Contraté muchas horas de clase, puesto que ¿qué iba a hacer yo sólo en una ciudad dónde se hablaba un idioma que no dominaba? ¿Cómo iba a conocer a personas de mi edad?

Precisamente esa “supuesta” soledad programada, junto con un buen profesor en una buena escuela, como Embassy Brighton, es lo que me dio el coraje de enfrentarme a la comunicación en un idioma que no es el mío.

La tercera noche me invitaron a una cena, dónde sólo se hablaba inglés. Momento de pedir la comida y no entender que pone en la carta. Momento de no comprender que dicen los comensales y asentir con una falsa risa…Momentos de silencio, que al final de la cena se convirtieron en risas verdaderas , palabras sueltas en inglés e incluso alguna frase que pude lanzar y, milagro, que entendieron mis nuevos amigos.  

Es lo que los ingleses llaman “Confidence”… Este es el primer momento dónde pude comenzar a aprender hablar en Inglés, cuando perdí el miedo a comunicarme sin importarme mis “mistakes”.

Al día siguiente, en clase con el profesor, todo fue mucho mejor. No paré de hablar en clase sin dejar que el profesor me explicase casi nada del temario. Al pobre profesor sólo le dio tiempo a corregir mis errores. Yo quería hablar y hablar en inglés contándole mi vida en España y cosas de mis nuevos amigos y amigas.

Ensayé frases con mi profesor para poder desenvolverme después de clase y conocer a fondo la ciudad.  El almuerzo a las 12:30 era con el profesor, así seguíamos practicando y hablando de todo un poco sin la obligación de seguir el temario, junto con otros alumnos. Yo estaba todo el rato preguntando como se dice esto, lo otro, cómo se llama esta comida, qué es esto….

Ya por la tarde, la sensación de entrar en un Pub, pedir una cerveza, conocer a alguien sin miedo a no tener la respuesta “bien traducida y enseñada” de lo que te podían preguntar, fue maravilloso. No digo que al cuarto día pensase en inglés, sino que me sentía capaz de hablar en inglés sin tener que pensar en español y acto seguido traducir. Conocí a personas tan agradables que cuando estaba haciendo mi “homework” dichoso en un rincón de un Pub me ayudaban y motivaban a terminar la tarea. Después todo era más sencillo con una pinta de cerveza y unas risas del verano en Brighton.

Por fin llegó el primer weekend, por fin sin clase, y de nuevo con un montón de días, 2 días y medio, sin tener nada programado, sin tener que estudiar y sin saber que hacer ni con quién hablar. Unas cuantas horas intentando comprender los artículos de economía de “The Times” y aprendiendo a doblar ese gigantesco periódico, una visita el mercadillo, un sándwich en una terraza al Sol,  un paseo por la Marina, unas horas de fotos a los acantilados, un buen rato escuchando música en directo en una plaza frente al Mar en el verano en Brighton…. y de nuevo la estupenda sensación de conocer a personas con un idioma diferente al mío e intentando comunicarme con ellas, en el quiosco, en las tiendas en las que entré a comprar regalos para la vuelta, en la cafetería y en el festival de música.

Por la noche una chica me invitó a una fiesta en un Pub dónde intercambias minutos de conversación. Me puse mi pegatina: My name is Jose, I speak Spanish and I would like to speak English.  Había que encontrar alguna persona con la pegatina al contrario: I speak English and I would like to speak Spanish. El tiempo pasó super rápido, a la hora de cerrar el Pub, que estaba lleno, todavía quedábamos muchos que queríamos seguir hablando.

Por supuesto continuamos la fiesta en la playa. Así, tras la primera semana ya tenía una nueva familia en un verano en Brighton, formada por ingleses, estudiantes de otras nacionalidades y yo. Era el que menos hablaba, pero era el que más escuchaba y apuntaba mentalmente las expresiones que el lunes consultaría con mi sufrido profesor. Los dos restantes fines de semana fueron similares incluso con una preciosa visita a Londres.

No sabría decir si este verano en Brighton fue un viaje de estudios (120 horas de clase one-to-one, más las horas de la BBC en la habitación, más 1 hora al día de almuerzo en la cafería de la escuela….más 2 o 3 horas de quedada con los amigos…y ni hablar del homework), un viaje cultural dónde aprendí las costumbres y usos de la Ciudad de verano en Brighton (todo el día con el dichoso inglés), un viaje de madurez para realizarme en solitario, o el encuentro de amistades para toda la vida. Fue una experiencia inolvidable en la que aprendí a perder el miedo a hablar en inglés.

Hoy, después de varios años de este maravilloso verano en Brighton, todavía sigo estudiando inglés y, lo más importante, manteniendo contacto con un estupendo grupo de amigas y amigos a los que sigo visitando y escribiendo porque les quiero.

Un verano en Brighton

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